Durante mucho tiempo dibujé solo cuando me venía la inspiración. A veces pasaban días, semanas… incluso meses. Y aunque siempre tenía la intención de volver, algo me bloqueaba: la pereza, la autocrítica, las dudas sobre si lo que hacía tenía sentido.
Pero hace poco decidí volver. No con grandes metas, ni con una rutina perfecta, sino simplemente con el deseo de reconectar con el dibujo. Volver a disfrutarlo. Sin tanta presión. Sin tener que hacerlo “bien”.
Lo que me ayudó:
- Tener un sketchbook a mano y quitarme la idea de que tiene que estar lleno de obras maestras.
- Dibujar lo que me apetecía, aunque fueran tonterías, estudios sueltos o garabatos sin sentido.
- Compartir el proceso: aunque a veces me dé vergüenza, colgarlo en stories o hacer algún reel me hace sentir que lo que hago importa.
- Buscar motivación visual, como ver a otros artistas, guardarme referencias bonitas o hacer pequeños retos como “dibujar 100 caras”.
- Recordarme que está bien parar… pero también que está bien seguir, aunque sea poquito a poco.
No he vuelto al 100%, ni dibujo cada día. Pero ya no me siento tan bloqueado. Y lo que es más importante: he recuperado el placer de dibujar para mí.
Si tú también estás en ese punto de querer retomar el dibujo pero no sabes cómo, solo te digo esto: empieza. Sin presión. Con algo pequeño. Aunque sea solo una línea.
Nos vemos en el camino 🖤
— Saúl (Saulirion)