Durante años tuve una relación rara con mis libretas de dibujo. Me daba miedo “estropearlas”, como si cada página tuviera que ser digna de una exposición. Spoiler: eso solo consiguió que dejara de usarlas.
Con el tiempo, entendí algo muy simple pero poderoso: el sketchbook no es para mostrar, es para explorar.
¿Para qué sirve un sketchbook de verdad?
- Para probar cosas sin presión: ideas raras, estilos distintos, personajes que no sabes si van a ningún lado.
- Para soltar la mano y perderle el miedo al trazo.
- Para equivocarte mucho y ver cómo cada error también te enseña algo.
- Para documentar tu evolución como artista, aunque no todo sea bonito.
- Para crear sin esperar aprobación externa, solo por el placer de hacerlo.
Ahora llevo siempre una libreta encima. A veces solo garabateo. Otras hago estudios rápidos. Otras, dibujos más completos. Pero lo importante es que ya no me juzgo tanto por lo que sale.
Y lo mejor de todo: muchas veces de ahí salen ideas que luego uso para algo mayor —un reel, una ilustración digital, o simplemente una reflexión que comparto con ustedes por aquí.
Si estás empezando o si sientes que tu sketchbook “no está a la altura”, solo te digo esto: úsalo como si nadie lo fuera a ver jamás. Solo así empieza la verdadera magia.
— Saúl (Saulirion)